Nada como la primera vez

El en Derribador histórico
Nada como la primera vez

"El onceno de esa noche: Mi amigo Edgar, Eligio, Romero, Coelho, Rea, Solíz y el profe Aquino. Abajo: Rojas, Angulo, Gutiérrez, Peña, Arana, Barrero y Vidal. (Foto: Archivo)"

(Por Marcelo De la Cruz). – Era el año 1999 y me encontraba en el último año de la Universidad, ya desde el 95’ trabajaba en esto de los medios y siempre en el fútbol, así que ya tenía cierta experiencia en este negocio. El 8 de diciembre sería muy especial por lo que pasó, pero, sobre todo, porque me di cuenta que había encontrado mi lugar en el mundo. Ese día la vida decidió mi futuro en una cancha.

Había pasado el 4 de diciembre con el mítico clásico del Milenio y el Tigre tenía que conseguir un punto para coronarse campeón de ese Hexagonal que jugábamos. Ya teníamos la Copa Libertadores adentro y había que gritar campeón, eso nos faltaba; ósea, un punto ante el viejo Independiente Petrolero de Sucre y listo, éramos campeones. Yo trabajaba para Gama Deportes, una muy respetable organización deportiva a cargo de los doctores Rolando, Guy y Jaime Gallo. De ellos aprendí mucho, sobre todo aprendí que este trabajo es de honestidad y de esfuerzo.

Ese miércoles por la noche yo fui normal al Patria, tenía que hacer vestuario del Tigre y fui preparado con mi libreta de datos, un buen bolígrafo, mi radio a pilas y mi ilusión de ver muy de cerca esta consagración que en ningún momento dude que no pasaría.  Llegue a la cabina muy temprano como de costumbre y los doctores me sorprendieron con una orden: ese día no trabajaría en la transmisión. Habían reservado una de las cabinas laterales del Patria, con un teléfono instalado y me mandaron a relatar el partido para Radio Illimani de La Paz que les habían pedido el favor. Primero dude un poco por lo que iba hacer, ya antes había sido corresponsal dando solo reportes, pero ahora me pedían que relate el partido de punta a punta. Esa noche me acompañó un gran amigo de la vida, el inolvidable Ramiro Quiroga en los comentarios.

Desde la adolescencia venia relatando fútbol, haciendo goles imaginarios y de vez en cuando metiendo voces en algunos partidos. Los doctores conocían eso y será que por eso apostaron por mi trabajo, además mi plus era que era completamente atigrado. Justo recordé bien los consejos de un amigo muy sabio como lo fue Don Remberto Echeverría, el primer gran relator del país para mí, también todo lo que charlamos con un amigo llamado René Diamod con quien compartimos años de universidad, fútbol y relato, los dos habíamos comenzado en esto y lo teníamos como una de nuestras prioridades en nuestras vidas.

Obviamente trate de recordar todo lo que había escuchado de mis interminables horas de escuchar a los grandes del fútbol argentino en la onda corta : Víctor Hugo, José Gabriel Carvajal, Gustavo Bergara que eran mis favoritos. Ese día decidí hacer mi propia hoja con los nombres de los jugadores de forma de listado y no dibujar una cancha con ellos. Lo hice porque para mí era una exigencia más saber toda la cancha de memoria en mi cabeza que facilitarlo con un dibujo de posiciones en un papel. Cronómetro prestado, mi radio, mi grabador de cassette para registrar eso que sería mi primer intento y obviamente una botella de agua para desarrollar correctamente la respiración

Ese día fue todo perfecto, el retorno que me daban de La Paz era muy bueno, la presentación lo hacían ellos y yo solo me dedique a narrar, a contar lo que veía. Fue muy fácil en cuanto al relato porque al Independiente lo conocía de haberlo seguido todo ese año y al Tigre…que puedo decir, el Tigre era mi amor. Era como no saberle los secretos en la intimidad de tu amante.

Aún guardo la grabación y cuando me escucho pienso que ese trabajo lo hice con mucha de alma gualdinegra, pero también con la impronta de todos aquellos a quienes yo reconocía como mis influencias.

A los 9’ del primer tiempo Álvaro Peña se adelantó a Ferlatty y el 1 a 0 para el Tigre. Peña era uno de mis favoritos, lo había visto debutar en Sucre en 1991 para el Tigre y esa temporada le quedó una espinilla porque no jugó mucho. Este 1999 era de Peña, era de Vidal, ese gol fue mi primer gol en vivo y directo. A los 26’ Vidal fue más inteligente que la pesada defensa del Inde y remató a puerta para el 2 a 0. Qué le podía pedir a la vida, gritaba cada gol y miraba a la tribuna donde estaban los atigrados, muchos amigos míos, y la magia de ese campeonato empezaba a hacerse realidad.

Luego el Pato Fernández y Arteaga hicieron el empate final, 2 a 2 y Epifanio Terrazas dijo final del partido. Tuve la suerte que solo la vida puede dar de gritar campeón por primera vez y en mi primer partido. Estaba solo en mi cabina la parte final, nadie estuvo para colaborarme - Ramiro había bajado a la cancha-  y por eso creo que nadie me vio llorar ahí adentro. Sentía que me abrazaba por el buen trabajo y me abrazaba con los hombres que habían salido campeones hace instantes. Me emocioné y seguí ahí un rato más narrando como daban la vuelta olímpica esos héroes que hoy se hacían carne y que hace poco solo eran papel en mis paredes.

Despedí la transmisión, me despedí de los doctores y me fui al vestuario para estar más cerca. Me encontré con amigos atigrados y festejamos ahí mismo, luego fuimos al hotel donde estaba el Tigre y lo saludamos a Don Jorge Sfeir que era el presidente, nos regaló unas monedas para que siguiéramos con nuestro desenfreno. Luego sería parte de una noche inolvidable con ese grupo, detalle que contaré seguramente en otro capítulo; y cuando volví a mi casa ya en jueves a penas si me di cuenta de lo que había sucedido. Saludé a papá que estaba preocupado por la hora, subí a mi habitación, me puse el grabador para escuchar de nuevo la transmisión y creo que lloré una vez más, mi mundo se había convertido en un micrófono pintado de amarillo y negro. Ese día creo que El Derribador dijo presente por primera vez.