La radio del Derribador

El en Derribador histórico
La radio del Derribador

"El escudo del Tigre, un micrófono y el Siles. Una postal que hace al Derribador. (Foto: De la Cruz)"

(Por Marcelo De la Cruz). - Un domingo es para la familia. Para dormir hasta tarde y desayunar en exceso, es un día donde mamá no viene a levantarte porque tiene códigos de fin de semana y es el día que más sientes cerca a papá porque compartes vicios similares.

El domingo es de hogar, pero es de fútbol, de ir a la cancha o de mirar el fútbol en la tele y eso es parte de una ceremonia que no se negocia. El abuelo ya encendía desde las dos de la tarde la radio para escuchar el fútbol y si podía tener una portátil se la llevaba al estadio para ser la envidia de todos en el viejo Siles.

Papá aprendió del ejemplo y desde niño acompañó a su padre y a su radio como complemento perfecto de las tardes, del Gran Domingo, el día favorito. Relatores que narraban lo que uno iba viendo, que se esforzaban desde canchas lejanas de informar los resultados que tanto nos interesaban. Mientras el viejo sostenía su radio fumaba un pucho en las gradas, los chicos hacían números y tablas de posiciones, las mujeres chismeaban algo entre ellas.

El relator de gran vocabulario, ese comentarista que veía lo que nosotros no podíamos percibir, la voz comercial que nos decía que tomar y los reporteros de campo que corrían detrás de la figura. Eso era también fútbol, eso era pasión.

Los años cambiaron y las radios se hicieron más pequeñas y útiles. Las conexiones más prácticas y útiles. Los resultados…más o menos. Recuerdo haber escuchado al Tigre de 1986 en una radio y un domingo en la peluquería con papá. Don Grover Echavarría me narró lo hermoso que jugaba Ramiro Castillo, yo no lo veía, pero él hacía que lo vea. 

En una radio escuche como el Tigre dio la vuelta olímpica en 1990 cuando le ganó 1 a 0 a Oriente Petrolero. “Centro de Luna, cabecea Quinteros y goooooool…..gol de The Strongest” aún se repite en mi cabeza. Recuerdo que la radio cambió con Néstor Moreno a inicios de los 90’s , un relator uruguayo que llegó al país que no narraba fútbol, leía poesía, y con poesía comenzaba su transmisión muy temprano.

Cuando fui al Siles por primera vez al sector de cabinas conocí a Don Juan Carlos Costas y su cabina. Era como entrar a un lugar que ya había entrado en un deja vu , era todo como lo había imaginado. Los micrófonos en su pedestal, los audífonos grandes, los botones para habilitar el sonido y un operador atento a cualquier circunstancia. Era nuestro lugar en el mundo.

La radio y el fútbol fueron mi compañía y la compañía de una generación de amantes al fútbol que aún hoy preferimos bajarle el sonido a la tele y ver como el relator narra desde su alma imperfecta lo que quiere transmitirle al hincha. Porque el relator es eso, el transmisor ideal de las emociones a los hinchas hambrientos de detalles. 

El amor por el fútbol me hizo relator y marco mis decisiones en la vida. Ahora ya no se va a la cancha con una radio, hoy uno pone un audífono al celular y el show del fútbol puede ser captado desde cualquier lado en el mundo. Los aislados por las circunstancias aún simulan este accionar tan añejo y lo hacen cábala porque saben que resulta muy bien. Se ponen atentos a un sonido, a una palabra y a un “do” de pecho exagerado que ilusiona y fomenta su fanatismo.

El fútbol ha cambiado y la radio aún necesita de relatores esforzados, de comentaristas que creen saber más que los mortales, de reporteros de campo que llegan directo de la milonga para ser nuestros representantes en la cancha, de locutores comerciales que nos enseñan que hacer con nuestra plata. Hoy en día una aplicación a reemplazado al que decía las noticias del interior, este escuchaba una radio vieja y captaba señales lejanas para robar un resultado del mundo, ya no hay eso. 

Han quedado también acomplejados los que se iban a las tribunas para hablar con la gente porque hoy los jefes de prensa no les permiten el paso. Los tira cables también están en extinción porque cada vez se cierran más puertas y se abren más cláusulas.

La radio no va a morir nunca, solo muta, cambia del viejo aparato del abuelo a un celular que me cuenta todo. Los chicos aún llevan una pelota al estadio porque no se resisten a tocarla en cuanto termina el partido. Hoy tenemos a muchas chicas cumpliendo labores imposibles y entrevistas atrevidas a estrellas que solo sacan la cabeza del vestuario para dar un par de palabras. Hoy las conferencias de prensa han refrigerado las declaraciones y las alegrías a veces no se sienten como antes, todo porque la CONMEBOL lo prohíbe. No podemos entrar a las duchas por una nota porque el pudor está por encima de la imaginación.

Hoy celebro por el que aún vive en la radio y hace deportes, por los técnicos y por los oyentes, por los que desde temprano los domingos piensan que es un orgullo levantarse con la idea fija de mover un corazón, de gritar un gol…de solo transmitir una emoción. 

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